Una hacienda porfiriana: La Hacienda de Jalpa.
Por Adriana Ortega. Universidad Iberoamericana.
Jalpa de Cánovas fue una de las haciendas más grandes y más lucrativas del país desde el período virreinal. Fue fundada en el s. XVII cuando fueron ocupadas estas tierras por los españoles en los pueblos y villas recién fundados en el Bajío. Don Gerónimo Monterde y Antillón tomó a su cargo la hacienda en el año de 1700; poseía títulos nobiliarios en la misma España y los herederos y dueños siguieron en posesión de títulos similares en otros períodos. A fines del siglo XIX la Hacienda de Jalpa fue heredada a la señora Guadalupe Cánovas, por su padre, el Señor Cánovas, quien a su vez heredó la hacienda de su primera esposa, la Condesa de Jalpa, descendiente de una línea larga de dueños españoles que tenían títulos directos de la corona española. Posteriormente la hacienda pasó a ser propiedad del empresario Oscar J. Braniff, uno de los más conocidos y exitosos inversionistas en la república en la época porfirista.
La historia de Jalpa ó Xalpa como formalmente se escribía, es muy interesante. La mayor parte de los documentos que aún existen todavía cuentan con los sellos y las firmas originales de la realeza virreinal. En un tiempo, la hacienda era tan grande que ocupaba territorio en dos diferentes estados y aunque gran parte de la propiedad original fue vendida para satisfacer las demandas de algunas excentricidades de los miembros de la familia, la hacienda contaba con suficiente terreno para constituir una provincia pequeña. Un día de manejo no era suficiente para recorrer todo lo que pertenecía a Jalpa, que ocupaba un encantador y fértil valle con abundante agua para alcanzar niveles muy altos de productividad agrícola. Algunos 32,000 acres eran plantados con trigo; una gran parte era usada para la irrigación y la propiedad contenía un amplio territorio de pastos. Para un día de trabajo más de 1,800 hombres eran empleados de la hacienda, pero si se integraban sus familias podían sumar un total de 5,200 personas habitantes en la zona.
El área total de la Hacienda de Jalpa era de alrededor de 180 mil millas cuadradas. Un tercio de la propiedad era muy fértil y los dos tercios restantes eran valles o colinas y cerros. La tierra baja en combinación con un espléndido sistema de presas o reservas y canales en las tierras altas, componían el sistema de irrigación de Jalpa para el cultivo de cereales y alta calidad de pastizales de gran valor como lo eran la alfalfa, el trébol, algunas hortalizas. En la parte alta se encontraban el ganado de diversas especies y había una multitud de pequeñas porciones de tierra sembrados con maíz que eran irrigadas por canales. El área de los pastizales proveían alimentos para entre 8,000 y 10,000 cabezas de ganado. En un momento, algunos de los toros más celebrados en la plaza de toros de la Ciudad de México llegaban de Jalpa.
La Hacienda de Jalpa siempre fue celebrada por sus presas y reservas; tenía el sistema más completo y perfecto de irrigación mantenido en un alto nivel de eficiencia. Algunos de sus canales fueron construidos por los españoles hacía más de 100 años y los cuales aún existen en la actualidad. Uno de ellos en particular fue considerado en sus días como una estructura impresionante que el rey de España, como premio a su creador, concedió al dueño de la hacienda el título de Conde de la Presa de Jalpa, título que fue usado por el dueño y sus descendientes por muchos años.
Un día en 1841, la presa vieja, que contenía cerca de 15,000,000 metros cúbicos de agua no soportó el empuje del agua un día de tormenta y se llevó todo consigo, incluyendo cerca de 400 personas. Ochocientos metros de construcción de la cortina fue arrastrada con la corriente de agua. En ese entonces, el dueño de la hacienda, el Sr Oscar J. Braniff, interesado en los proyectos de la irrigación estaba construyendo otra presa. Era un ingeniero inteligente y ambicioso, deseaba construir una presa con capacidad de 35,000,000 metros cúbicos de agua, la presa más grande en su tipo en el país. Para principios de 1900, el Sr. Braniff comenzó su empresa y para 1905 ó 1906, ya estaba la pared completa que medía 550 metros de largo y 85 pies de altura. La hacienda además era dueña de los derechos en el río Turbio que corría en una parte de lo que era el área de sembrar.
Además de grandes presas, Jalpa contaba con una gama extensa de residencias para el uso de las familias de los empleados, las oficinas principales y la fina casa para los dueños suficientemente amplia para acomodar a cien personas al mismo tiempo si era necesario. El parque y las huertas se extendían en un área de 80 acres. Estos fueron diseñados expertos franceses y alemanés. El territorio de Jalpa era reconocido como uno de los más bellos del país. También contaba con un moderno molino de harina que trabajaba con poder hidráulico traído por medio de un inmenso acueducto de piedra vieja que todavía se encuentra en excelentes condiciones. Todo el trigo que se sembraba en la hacienda, era procesado en el molino y representaba uno de los más lucrativos e importantes departamentos de la hacienda. Para conservar el grano se construyeron grandes bodegas que llegaban hasta los 50 metros de altura y se localizaban en diferentes lugares de la hacienda. Hoy todavía podemos ver vestigios de ellas si paseamos por las calles de la comunidad.
Durante el porfiriato vivían en la localidad un número aproximado de 4,000 personas, la mitad de las cuales trabajaban en la hacienda. Para ese entonces, Jalpa contaba con cualquier tipo de maquinaria agrícola que se encontraba disponible en el mercado y estaba contemplando construir una línea del tren que conectara a Jalpa con la línea principal de mercados y la estación del tren que se localizaba en lo que hoy es San Francisco de Rincón.
Como fruto de estos años de esplendor se construyó el templo que hoy podemos visitar en este pueblo Mágico. Los inicios de la parroquia de Jalpa se remontan al año de 1621 tiempo en el que se registran los primeros bautismos y matrimonios del lugar. A partir de 1685 se registra una actividad pastoral en forma ininterrumpida. En un avalúo realizado en 1676 por el Bachiller don Alfonso Sánchez de Aparicio, ya se hacía mención de la antigua capilla como parte de las fincas de la hacienda. El 16 de mayo de 1784, el Conde de la Presa de Xalpa Rafael Monterde y Antillón, le escribía al padre Don Antonio Alcalde, ponderando la gran devoción que rendía el pueblo de Jalpa al Señor de La Misericordia. Todavía hoy se llevan a cabo los festejos en su nombre. El primer párroco de Jalpa, 1685, fue el cura y bachiller don Nicolás Toledo y su teniente, fray Antonio Capayete, quien después, el 11 de enero de 1708, fue nombrado párroco de Jalpa. Por más de 200 años Jalpa fue el centro religioso de la diócesis de Guadalajara.
El 7 de septiembre de 1841, durante la noche se reventó la presa vieja de la hacienda y ahogó a muchos habitantes, 116 hombres y 119 mujeres . El 13 de enero de 1850 prendió la peste del Cólera Morbus en La Ordeña y el contagio causó enfermedad y muerte en muchas comunidades como Jalpa, Puerta de Jalpa, Frías, Ramo de Guadalupe, El Huinduri, etc. Dada la gravedad del caso, el Señor Obispo de Guadalajara ordenó que se abriera una fosa común en el Camposanto para sepultar a las numerosas víctimas del cólera.
En 1869 se celebró la última misa en la antigua sede parroquial de Jalpa. El antiguo vicario de Jalpa, don Justo Hernández, tomó posesión como nuevo y primer párroco de la parroquia de San Diego de Alejandría. En su mismo viaje se trajeron el archivo parroquial. La orden había sido dada por el vicario general de la diócesis Jalpa sería una vicaría dependiente de San Diego de Alejandría. La devoción al Señor de La Misericordia seguía siendo muy importante en el nuevo territorio parroquial.
El 19 de septiembre de 1885 el Sr. don Pedro Loza autorizó la construcción de un nuevo templo en la hacienda de Jalpa. El permiso se lo dieron al Sr Manuel Carrillo, vecino de León, apoderado general de la Sra. Octaviana Portillo viuda de Don Manuel Cánovas. La petición fue construir un templo público de mayores dimensiones que el que existía; se construiría en los mismos terrenos de la hacienda y a expensas de ella. El Sr Obispo de León Tomás Varón colocó la primera piedra y la hacienda prometió todos los muebles, ornamentos, vasos sagrados, hasta la misma casa para el sacerdote, el patronato lo encabezó la Sra. Octaviana Portillo y su hija María Guadalupe. Don Manuel Carrillo cuidó de la hacienda y los bienes de don Manuel a su muerte hasta que su de la única hija Guadalupe Cánovas Portillo se casó con don Oscar Braniff.
En 1901 la construcción del templo alcanzaba una altura aproximada a los dos metros. Al despuntar el siglo XX, Oscar Braniff, uno de los hijos del importante industrial de la electricidad en México Tomás Braniff, se casó con Lupita Cánovas. Una página brillante en la historia de Jalpa. Don Manuel Cánovas 50 años antes había fortalecido la producción del trigo en Jalpa, ahora su yerno Oscar, empezó a hacer estudios de la tierra para plantar huertas de fruta: membrillo y de nueces cáscara de papel, nueces que han sido una gran distinción de Jalpa en más de un siglo.
Años porfirianos y revolucionarios dieron cobijo al trabajo en el nuevo templo. El Pbro. Don Darío Gutiérrez lo techó y celebró la primera misa en el templo nuevo el día 19 de septiembre de 1908. Hay una pausa en la construcción. Es hasta el 15 de marzo de 1920 que llega a Jalpa, por disposición del Excmo. Señor Arzobispo don Francisco Orozco y Jiménez, el padre Pedro González. Un sacerdote con un espíritu transformador, inflamado con la doctrina social de la Iglesia. Contagió de entusiasmo a las personas de la comunidad, creó agrupaciones tan importantes como: Sociedad Mutualista de Señoras, San Vicente de Paúl. Sindicato Agrícola Jalpense, Grupo musical La Típica y la A.C. J. M., grupo, que posteriormente sería la base del Regimiento Cristero. La inauguración del Nuevo templo fue en 1924. El Señor Arzobispo don Francisco Orozco y Jiménez fue quien bendijo el 25 de enero de 1925. Ese día se colocó la imagen del Señor de La Misericordia en su nueva casa y, a las 12 de la noche se inauguró la Sección de La Adoración Nocturna en Jalpa. Después de estos esfuerzos se desató la Cristera en la región, se suspendieron los cultos el día último de julio de 1926. El Padre Pedro encabezó el grupo de alzados de Jalpa.
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