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Mier Pueblo Magico en Tamaulipas

Alimentada por las aguas de tres ríos, Mier es un oasis en medio del desierto tamaulipeco, cuna del desarrollo fronterizo de México y hogar de un sinnúmero de historias y tradiciones que perviven en los muros de sus edificios y en la vida de sus habitantes. Testigo de grandes batallas, se mantiene en pie a más de 250 años de su fundación, para recibir con su magia a quienes busquen sumergirse en sus aguas y en su cultura.

Ubicado al norte del estado de Tamaulipas, en las estribaciones de la frontera con Estados Unidos, Mier ofrece también atractivos naturales que invitan a la contemplación y el descanso. Cada uno de los ríos, Álamo, Bravo y San Juan, cuentan con su presa, donde se pueden realizar actividades deportivas como pescar y cazar, pasear por los senderos de los alrededores e incluso acampar bajo las estrellas.

El centro histórico de este Pueblo Mágico es un bello conglomerado de plazas públicas, cada una con su atractivo particular dotado por construcciones religiosas, casas particulares y tiendas pintorescas que ofrecen los orgullos locales: pan de dulce, tejidos, bordados y calzado de piel.

Fundado en 1753, Mier ha sido un bastión en el surgimiento y desarrollo de la franja fronteriza México – Estados Unidos, y como tal, fue el escenario de varias batallas en la guerra entre ambos países por la independencia de Texas. Gracias a su carácter cosmopolita, sus construcciones han sido sede de diversas manifestaciones religiosas y culturales, como la Logia Masónica en su Casa de las Columnas, y algunos templos sionistas y cristianos.

¿Qué visitar en Mier Pueblo Mágico?

La fundación de Mier se remonta al 6 de marzo de 1753, bajo la advocación de la Purísima Concepción, a quien corresponde su iglesia principal, actualmente ubicada en su plaza principal, llamada Juárez. Esta construcción es uno de los inmuebles más antiguos, al haber sido iniciada en 1757 por la orden de los franciscanos en piedra labrada. Su curiosa mezcla de estilos arquitectónicos corresponde a una situación recurrente en los templos mexicanos: su construcción demoró más de un siglo, por lo que su torre más alta contrasta con el resto por haber sido construida en ladrillo hasta ya bien entrado en siglo XIX.

Para 1760, Mier se encontraba ocupada ya por cerca de 40 familias, originarias del nuevo reino de León, que dispuestas a disfrutar las tierras a través de la ganadería, establecieron sus hogares en las zonas aledañas al templo, de carácter efímero pues los construyeron con lodo y piedra. Solo el fundador, el capitán José Florencio Chapa labró una casa de cal y canto, baja y con azotea, que pervive aún en nuestros días y es conocida como la Casa del Capitán.

Siguiendo el recorrido por las plazas, en la conocida como Hidalgo pueden conocerse dos de los edificios más emblemáticos del poblado. El primero es la Casa de las Columnas o Edificio Consistorial, llamada así por su corredor de seis arcos y una curiosa cornisa ondulada, y que es conocida por haber albergado en algún tiempo al ayuntamiento y a la cárcel locales.

El segundo es la Casa de la Cultura, donde gente de todos lados del país acude a contemplar las obras y reliquias que ahí se exhiben, como fotografías antiguas del pueblo, pinturas de monarcas y accesorios del famoso actor de cine Eleazar García “Chelelo”, oriundo del lugar.

En las mesitas de la Plaza Hidalgo se puede jugar en familia la tradicional Lotería, cuyas cartas tienen ilustraciones exquisitas realizadas por artistas locales; el Casino Argüelles, otro de los edificios más importantes de este Pueblo Mágico, es también sede de este juego en el que participan decenas de familias en un ambiente de alegría y cordialidad.

A un costado de la Casa de la Cultura se encuentra la Capilla de San Juan Bautista, pequeño templo edificado en 1835 en piedra arenisca para venerar al importante profeta de la iglesia católica.

Otra de las plazas de Mier, Guadalupe, se encuentra rodeada de edificaciones vernáculas provenientes del siglo XVIII y XIX, levantadas en escuadra con patios centrales, columnas y traspatios, o con dos plantas. Esta zona desemboca en la calle peatonal más simbólica de Mier, J. H. Palacios, que tiene una columna conmemorativa y alberga a la Casa de los Texanos, también conocida como “de los Frijoles Pintos”, que sirvió de cárcel para los prisioneros texanos que intentaron formar la República Fronteriza confiando en la desarticulación del país, pero que se toparon con la pared de un arraigado nacionalismo.

Cuenta la historia que fueron apresados casi 200 soldados de las fuerzas estadunidenses, destinados al fusilamiento. Para evitar tal derramamiento de sangre, la facción mexicana les dio la oportunidad de decidirlo por sorteo: pusieron en un bote 176 frijoles pintos y 17 negros, les vendaron los ojos y quienes sacaron las semillas negras, fueron los desafortunados que enfrentaron la muerte.

Por último, vale mucho la pena conocer los puentes de Juan Méndez, San Juan, Hidalgo y de la Virgen, construidos entre 1830 y 1850, y que son una muestra de la ingeniería de la época, que aprovechaba al cien por ciento los recursos brindados por la naturaleza.